Autoevaluación

EL CUERPO SE ROMPE PERO EL ESPÍRITU JAMÁS

¡El semestre por fin a terminado! ¡Grandes batallas he librado! (¡¡Wuiii!!).

Para todos mis queridos lectores, una gran disculpa por la últimas publicaciones perezosas de este blog, no hay pretexto, digo, quería escribir un blog ¡pues tengo que atenderlo!

Comenzaré diciendo que este último semestre, siendo estudiante al cuadrado, simplemente me ha cambiado la vida. Hoy soy una persona completamente distinta, y en muchos aspectos que van desde los internos hasta los molestos cambios externos (afortunadamente mi sobrepeso de varios, varios kilos no se me notan… mucho).

Pero aún existen cosas desagradables, que por más que intento, me cuestan cambiar, y estos son viejos hábitos. Uno de ellos, y que me fastidio un poco la semana pasada (además de mi SPM), fue mi preocupación absurda por las calificaciones escolares.

Queda clarísimo que me fascina la escuela, y que a veces tiendo a lo matado, pero quiero dejar claro desde ahorita que NO lo hago (o al menos no desde hace ya algún tiempo) por obtener buenas calificaciones; realmente lo hago porque me apasiona cada actividad que pueda hacer en Psicología, y extrañamente, a veces también en Administración.

Me la pasé buen tiempo de mi vida académica esperando “sacar 10” y la verdad es casi todo el tiempo lo obtenía (y aún lo sigo haciendo, pero ya no quiero que me importe), al grado de que obtuve el “Mejor Promedio” de mi generación cuando me gradué del bachillerato. En relación a este asunto a veces considero que mi ñoñes “valió para nalga” (jeje... ¡sí! ¡Nalga!), fue lo que alguna vez dije cuando quise expresar que mi esfuerzo en el COBAQ había “valido para nada” al momento de ingresar a la Licenciatura en Administración. La frustración de sentirme la “Chica de Mejor Promedio” a una “Chica Promedio” (porqué hay que reconocer que tengo compañero competentes) fue tan grande que se resulto en decir tal barbaridad (ya se podrán imaginar la risa involuntaria, de esa que causa dolor estomacal, que le provoco a la persona que me estaba escuchando). 

El chiste es que aprendí de la manera difícil que las calificaciones a veces significan poco, o nada, al compararla con la vida maravillosa que sucede y esta por suceder. Durante los primeros años en el ITQ observé como algunas de mis compañeras iban a fiestas o bienvenidas, salían a comer y no sé cuantas otras cosas más, y  que yo me moría de envidia al ver que eso para NADA afectaba sus calificaciones, ¡al contrario! (para mi desgracia) eso parecía beneficiarles. En cambio, yo por no “descuidar” mi promedio de “niña ejemplo” le dije NO a respirar mi vida y a detenerme a pensar que no la estaba pasando bien (y eso en retrospectiva, si que puede doler).

Pasarse horas trabajando por gusto no está del todo bien, pero es válido. Pero pasarse horas trabajando para buscar reconocimiento que viene de fuera, la verdad no es agradable cuando al final del día se hace “el recuento de los daños”.   


Me afecto tanto este asunto, que me propuse no volver a preocupar (tanto) por mis calificaciones y optar por esforzarme y ser mejor cada día, por ser más autentica y encontrar las maneras de crecer profesional y personalmente de alguna forma que no me haga morir en el intento, es decir, llevar una vida equilibrada (“ni muy, muy, ni tan, tan”).

La semana pasada de pronto me sentí  decepcionada al escuchar que los temas de conversación, en mis compañeros de la UAQ, giraban en torno a las calificaciones. Y me decepcione porqué me di cuenta que yo también comencé hacer lo mismo, comencé a tomarle importancia a algo que no debe tenerlo en y para mi vida. Y es que actualmente uno de mis objetivos principales formarme y AMAR lo que hago en pos a convertirme en una mejor persona y una excelente profesionista, y ya no es ni deber ser “obtener la mejores notas”.

Reconozco que me falto un poco de empatía y comprensión de que es nuestro primer semestre, y a que a la mayoría de mi grupo, les y nos interesa ser buenos psicólogos en el futuro (otro viejo mal hábito es el precipitarme, pensar y decir cosas de las cuales luego tengo que “pagar los platos rotos”).

Por supuesto que debo estar al pendiente de cómo me evalúan los profesores, digo, reprobar por descuido sería una gran tontería de mi parte (y casi me pasaba al final del semestre en una materia), pero aquí lo importante es querer aprender, tener creatividad y emprender las mejoras debidas en el lugar que se requiera.

Al menos en este semestre a pruebo, mejor dicho, ME APRUEBO como buena estudiante y como mejor persona, y solo eso me importa (jeje, ahora sí que me siento realizada).

Y tú mi querido lector… ¿Qué calificación, o bien, cómo te evaluarías en este primer semestre del año?

2 comentarios:

  1. Wooow me senti identificado con tu relato por que es muy cierto que hay veces en que nos enfocamos tanto a lo profesional que olvidamos lo social y viceversa pero hay que encontrar un equilibrio para poder aprender y disfrutar de lo linda q es la vida y la sociedad .... Es bueno saber que reconoces tus altas y bajas en la vida ya que eso ayuda a tener una mejor calidad de vida (hablando en sentido social y profesional)

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  2. :D de eso se trata de reconocer, aprender y ser mejor ;) mil gracias por el comentario (espero más de ellos) :D

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