El día que mi nuevo personaje no pudo terminar de escribir (Primera parte)






Un cuento que no parece cuento:

Otra vez tarde, siempre tarde, comenzaré a tomarme enserio eso de que “llegaste tarde a la vida” (mis amigos siempre tan graciosos, simpáticos y sinceros). Siempre tarde y a cada momento me pierdo de todo, siempre tarde... ¿pero en qué estaba? ¡Ay, no puede ser! ¿¡En qué estaba!? ¡Ah sí! No vuelvo a limpiar mi despacho, siempre olvido en lo que estaba. ¡Agh! Muero por terminar esa Nota Histórica De La Semana para la bendita revista ¡ah! ¡Eso era! En fin, la chamba, es la chamba. Entonces…

Otras escuelas filosóficas

¿Yyy?… ¡Bien! Una semana y no puedes pasar del título. ¿Y ahora? Caray, mmm… ¡vamos esta vez diviértete! Entonces, mmjum, ok, ¡lo tengo!

Los cínicos se establecieron como otra escuela filosófica. Su objetivo principal era desprenderse de toda necesidad, por lo que produjeron filósofos ‹‹mendigos›› como Diógenes.

Mendigos, si como los de hoy, pero ya no son filósofos, o al menos eso pretenden. ¿De verdad creen que funciona hablar de temas pretenciosos para conquistar a alguien? Pero no fuera yo porque es entonces cuando si funciona ¿no? ¡Ash! Debería ser menos exigente conmigo y darme cuenta que, efectivamente, me gustan los seudo-intelectuales y creídos. Lo que me debería gustar en las personas es que piensen por cuenta propia y no por medio de tantas letras muertas. ¡No puede ser! ¡Qué lástima me doy! Bueno ¡ya! en lo que estaba...

Éste vivía en un tonel, y cuando Alejandro le preguntó si deseaba algo, le contestó con estas célebres palabras:

¡Ja! Como me gusta contar esta historia…

‹‹Apártate, por favor, me tapas el sol››. A lo que Alejandro respondió con estas otras no menos célebre: ‹‹Si no fuera Alejandro, querría ser Diógenes››.

Ese Alejandro, Alejandro, Alejandro ¿¡otra vez estoy pensando en él!? Pero, pero,… ¿es tiempo de que le llame? ¡No por Dios! Para que después hable de eso a diestra y siniestra. ¿Por qué no aprendo? Maldita sea… ¡maldigo su personalidad carismática y esa lonjita que tanto me gusta tocar!  ¡Pff! Mi perdición… ¡basta! Alejandro, Diógenes, mendigos, piensa, escribe, piensa,…

Se les llamó cínicos porque vivían como perros (kynos); de ahí ‹‹cínico››. Hoy, Peter Sloterdijk ha recuperado esta acepción del término (Crítica de la razón cínica).

A ver, pausa, leamos como va, mmm… no esta tan mal. [Suspiro] Si, finalmente es algo así, mi vida es cínica en el sentido de intentar desprenderme de la necesidad, tremenda necesidad de…, de… ¡sí! de no extrañarlo ¿y qué?

Estoy a nada de mandar mi caso a la psicóloga de la revista, finalmente es mi amiga, ¿o lo mando como anónimo? ¿O doy mi nombre para que se entere de lo mal que estoy desde que salgo con él? ¡No! ¿Qué me pasa? ¿Seré capaz de…? No, no, aunque más pena me debería de dar lo de la semana pasada cuando fui a leerme “las cartas” [ahí me tiene toda entusiasmada querido lector, no, no, qué pena me doy]. 

Salí tan emocionada porque había encontrado el hombre de mi vida (¡ay ajá!). Y ahí estoy de absurda pensando en todos proyectos que podríamos hacer juntos, y fue así como otra iba hablando sola por la calle con todas esas miradas de extrañes. ¡Aah! Necesito otro café y ¿qué es eso siento? ¡Nha! ¡Qué ingenua soy! No son mariposas en el estomago, es esa canija gastritis, aunque definitivamente tengo hambre otra vez, mmm… ¿le llamaré?

[Continuará]

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