Un nuevo comienzo


Es curioso como en ciertas ocasiones en mi vida he sentido un gran dolor (un profundo y agobiante dolor) que después de haber pasado por varios meses con este sentimiente me doy cuenta de que es suficiente, que tengo que parar. Y es así como inicio con una búsqueda de alternativas para dejar de sentir todo eso y emprender la marcha hacia la dirección de algo nuevo.

Me resisto a recodar cuantos proyectos he iniciado bajo estas circunstancias, pero hoy me atreveré a confesar, que de un tiempo para acá, comienzo a decir "a dios" a una situación que me estaba causando el suficiente dolor como querer intentar algo nuevo (otra vez).

Pienso que detrás de este tipo de circunstancias se encuentra la experiencia, el aprendizaje y la madurez. Y se supone que la madurez es dar sin esperar algo a cambio (aunque nadie me dijo cuanto había que dar). Sin embargo, tras varios intentos, elucido que para poder alcanzar algo de madurez es necesario trabajar para saber lo qué se quiere, alcanzar cubrir algunas necesidades meramente humanas y sublimes. Aclarando que he concluido que dar sin esperar es una mentira, la reciprocidad siempre está implícita en el acto.

Por eso sé que esta vez es diferente, porque ya desde hace tiempo he comenzado a esbozar lo que quiero (pese a todos mis miedos), enfrentándome a aquello que desconozco de mí. Y bajo la temática planteada hoy podría decir que para saber DAR, hay que saber PEDIR… pedirse uno el máximo respeto, amor y trabajo arduo para conseguir algo más allá de lo que se tiene, y después quizá, aprender a dar lo que se puede (y no más).

Muy dentro de mí estoy implorando por un nuevo comienzo, aprender de una vez por todas de esto que me resulta tan frustrante, iniciar una nueva etapa donde pueda enamorar, conquistar y amar cuanto quiera en este mundo. Como sí estuviera en una especie de estado embrionario donde la capacidad de vida esta a “todo lo que da”, pero la “inercia” es una situación por el cual se tiene pasar. Y es así como reconozco que cobarde no soy pero experimento un extraño miedo; una sensación de tener que dejarlo todo y lanzarme a la nada.

Aventura… ¡ven a mí!