Obnubilando


Mentiría si digo que soy una persona normal (y que me suceden cosas normales). Quizás sea importante definir que es normal para mí, pero ¡no hay que hacer al cuento!, sabemos que "normal" no es lo que me define.

“¡A lo que te truje chencha!”. La confesión de hoy para este Diario es:

En las últimas dos semanas he tenido una sensación de especial extrañes. Más o menos ya lo había manifestado en la publicación “Fuera de órbita”, y es que de verdad mis días no tienen orden y hay cosas que no tienen razón de ser.

¡A ver! ¿Qué es eso de encontrarte a mis amigos (más representativos) de la secundaria y preparatoria en un solo y mismo día? Aunque no debería de quejar, digo, que me los encuentre y que tenga la oportunidad de platicar con ellos es de verdad muy agradable (y como dicen por ahí: “una bendición”). 

¿Y qué de raro tiene? (me pregunta ayer una amiga). Bueno, lo raro es la sensación que esta experiencia me produce. 

La semana pasada tenía la sensación de que mi mundo y mi historia se comprimían en unidades de días. Y en esta semana, ya acostumbrada a ver de frente mi pasado, tengo la sensación de vagar en distintos planetas por lo maravilloso que es convivir con una infinidad de personas tan distintas en edades, formación, preferencias, nivel de “cultura” y diversas formas de hablar.  

De pronto, es como viviendo varias vidas en una. 

Ante esta obnubilación, infiero que hay un mensaje que es necesario escuchar pero que aún no estoy preparada para asimilarlo, así que me daré a la tarea de dar con el código para descifrar lo que mi vida, o mis vidas, me están diciendo. 

En fin, querido lector: ¿tú no te sientes extraño?

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